Ordinario de la Misa

ℒ𝒶 𝒮𝒶𝓃𝓉𝒶 ℳ𝒾𝓈𝒶

La Misa es el acto más importante de nuestra vida cristiana. Es necesario que los fieles reconozcamos el rito de la Misa. Tal conocimiento nos ayuda a una mejor participación en la misma.

Cuatro son las partes principales del rito de la Misa:

(1) Ritos Iniciales
(2) Liturgia de la Palabra
(3) Liturgia Eucarística
(4) Rito de Conclusión

La misa es la principal composición de la liturgia de la Iglesia Católica. Se halla integrada por una sucesión de diferentes partes, que se dividen en dos categorías: el Propio y el Ordinario.

1. El Propio, o partes variables, se llama así por cuanto puede variar de acuerdo a la festividad o solemnidad litúrgica del día en que se celebra la Misa.

Las oraciones del Propio del Tiempo entre otras son:

- Antífona de Entrada
- Oración Colecta
- Oración sobre las Ofrendas
- Antífona de Comunión
- Oración después de la Comunión
- Lecturas de la Misa

2. El Ordinario, o partes fijas, se llama así por su presencia en casi todas las Misas, con excepción de la de Difuntos y durante la Semana Santa.

A Continuación el Ordinario de la Misa.

ORDINARIO DE LA MISA

(1) RITOS INICIALES (de pie)

a finalidad de los RITOS INICIALES es lograr que los fieles congregados formen una "comunión-asamblea" y se preparen a la escucha de la Palabra de Dios con el corazón y la mente prontos a hacerla suya. (cfr.Ex33,8-11)

Reunida el pueblo, el sacerdote se dirige al altar, con los ministros, mientras se entona el canto de entrada. Cuando llega al altar, habiendo hecho con los ministros una inclinación profunda, venera el altar con un beso y si es oportuno, inciensa la cruz y el altar. Después, se dirige con los ministros a la sede. Si no hay CANTO DE ENTRADA se recita la ANTÍFONA DE ENTRADA.

1- ANTÍFONA DE ENTRADA

[Propio del Tiempo] La ANTÍFONA DE ENTRADA es la oración breve que corresponde al CANTO DE ENTRADA, la cual puede variar en cada misa y se pueden decir libremente los días en que no cae una fiesta o memoria obligada.

Celebrante (C.). [Propio del Tiempo] En un trono excelso vi sentado a un hombre, a quien adora muchedumbre de ángeles, que canta a una sola voz: "su imperio es eterno".

Al terminar el CANTO o la ANTÍFONA DE ENTRADA, el sacerdote y toda la comunidad de pie se santiguan con la Señal de la Cruz, recordando el bautismo.

C. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

Todos (T.). Amén.

2- SALUDO

El sacerdote extiende las manos y saluda a la asamblea en nombre del Señor con una de las distintas fórmulas indicadas en el Misal Romano según el tiempo liturgico. (cfr.Rut2,4;1Cor1,3;2Cor13,13;2Tes1,2)

C. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre. y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes.

O bien:

C. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre y de Jesucristo, el Señor, esté con todos ustedes.

O bien:

C. El Señor esté con ustedes.

Y la asamblea responde a cualquiera de estas fórmulas:

T. Y con tu espíritu.

Concluido el saludo al pueblo, el celebrante, el diácono o una persona laica puede introducir a los fieles al misterio a celebrarse con una "monición" de breves y sugerentes palabras que faciliten una mayor comprensión de la liturgia.

3- ACTO PENITENCIAL

El ACTO PENITENCIAL nos dispone a celebrar dignamente la santa Misa, reconociendonos pecadores ante Dios y ante los hermanos, despertando un espíritu de penitencia y confianza en la misericordia de Dios. (cfr.Mt5,23-25;1Cor11,28)

Se hace el ACTO PENITENCIAL con alguno de los tres formularios: el primero recalca la propia confesión de los pecados y es el más apropiado para tiempos penitenciales con el "Yo Confienso"; el segundo se compone de una doble invocación; y el tercero propone algunas aclamaciones unidas al "Señor, ten piedad".

Cada formulario se compone de tres partes: se invita a los fieles al Arrepentimiento; después de una breve pausa en silencio (primer silencio corto) se expresa una Petición de Perdón con la oración; y se concluye con la Absolución.

   I

- El sacerdote invita a los fieles al arrepentimiento.

C. Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.

O bien:

C. El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora a la conversión. Reconozcamos, pues, que somos pecadores e invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.

O bien, pero sólo en los domingos y durante la octava de Pascua:

C. En el día en que celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, reconozcamos que estamos necesitados de la misericordia del Padre para morir al pecado y resucitar a la vida nueva.

- Se hace una breve pausa en silencio.

Después, hacen todos en común la confesión de sus pecados:

Yo Confieso ("Confiteor")

T. 𝒴o confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros hermanos,

que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

- El sacerdote concluye con la absolución diciendo la siguiente plegaria:

C. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

T. Amén.

   II

- El sacerdote invita a los fieles al arrepentimiento.

C. Al comenzar esta celebración eucarística, pidamos a Dios que nos conceda la conversión de nuestros corazones; así obtendremos la reconciliación y se acrecentará nuestra comunión con Dios y con nuestros hermanos.

O bien:

C. Humildes y penitentes, como el publicano en el templo, acerquémonos al Dios Justo, y pidámosle que tenga piedad de nosotros, que también nos reconocemos pecadores.

- Se hace una breve pausa en silencio.

Después el sacerdote dice:

C. Señor, ten misericordia de nosotros.

T. Porque hemos pecado contra ti.

C. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

T. Y danos tu salvación.

- El sacerdote concluye con la absolución diciendo la siguiente plegaria:

C. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

T. Amén.

   III

- El sacerdote invita a los fieles al arrepentimiento.

C. Jesucristo, el justo, intercede por nosotros y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento, para acercanos a la mesa del Señor.

O bien:

C. El Señor ha dicho: El que esté en pecado, que tire la primera piedra. Reconozcámonos, pues, pecadores y perdonémonos los unos a los otros desde lo más íntimo de nuestro corazón.

- Se hace una breve pausa en silencio.

Después el sacerdote, u otro ministro idónio, dice las siguientes invocaciones u otras semejantes con la oración de Señor, ten piedad conocida como los "Kyrie Eleison".

C. Tú, que has sido enviado para sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.

T. Señor, ten piedad.

C. Tú, que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.

T. Cristo, ten piedad.

C. Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.

T. Señor, ten piedad.

- El sacerdote concluye con la absolución diciendo la siguiente plegaria:

C. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

T. Amén.

En las Misas dominicales especialmente durante el Tiempo Pascual, y en algunas otras ocasiones en lugar del ACTO PENITENCIAL se puede tener el Rito de la Aspersión y el Rito de Bendición.

El Asperges me o Aspersión del agua bendita, en memoria del Bautismo, que consiste en rociar con ella el altar, los ministros y todos los asistentes, entre tanto que el Coro canta la antífona “Asperges me” (en Tiempo Pascual se canta el “Vid¡ aquam”), y también el principio del salmo “Miserere”, varios versículos y una Oración al Ángel de la Guarda. El cual sustituye el ACTO PENITENCIAL y se efectúa después del SALUDO. Cuando el fiel recibe el agua bendita debe hacer la Señal de la Cruz.

El objeto de este hermoso RITO DE LA ASPERSIÓN es extremar la purificación del altar y de los fieles antes de comenzar el gran acto del Sacrificio e invocar sobre ellos la asistencia del Santo Ángel, “para que los guarde a todos, los enfervorice, los proteja y los visite” en este momento solemne.

Después del ACTO PENITENCIAL de la primera o segunda fórmula, se canta o recita las invocaciones SEÑOR, TEN PIEDAD conocidas como los Kyrie Eleison. Si se usó el ACTO PENITENCIAL de la tercera fórmula, no se recita el SEÑOR, TEN PIEDAD.

La invocación "Kyrie Eleison" o SEÑOR, TEN PIEDAD revela en sí misma dos realidades comprendidas por parte de quien la dirige, y realizadas por parte de quien la recibe: la Aclamación y la Súplica: la Aclamación viene a ser la alabanza, el honor y el reconocimiento a Cristo, Señor de la gloria, del cielo y de la tierra, a quien nosotros tenemos como Hijo de Dios vencedor del pecado y de la muerte; la Súplica será entonces la petición dirigida al Señor, para que derrame su gracia sobre nosotros y nos auxilie en medio de nuestra debilidad. Siendo parte de los RITOS INICIALES de la misa, esta invocación viene a ser el grito confiado que los creyentes dirigen a Jesucristo, quien poco después hablará en la LITURGIA DE LA PALABRA, y se dará como comida en la LITURGIA DE LA EUCARÍSTIA. (cfr.Sal6,3;Sal50,3;Mt9,27;Mt20,29-31)

C. Señor; ten piedad.

T. Señor, ten piedad.

C. Cristo, ten piedad.

T. Cristo, ten piedad.

C. Señor, ten piedad.

T. Señor, ten piedad.

4- GLORIA

El GLORIA es un himno de los primeros siglos de la Iglesia que, congregada con el Espíritu Santo, da gloria a Dios Padre y al Cordero, y pide piedad.

Consta de tres partes: un inicio bíblico que cita el canto angélico del nacimiento de Jesús; una glorificación y homenaje al Padre y petición a Cristo; y una síntesis que alude al Espíritu Santo dotando a la composición de un carácter trinitario.

Si es domingo o día festivo, todos proclaman o cantan el GLORIA; si es Adviento o Cuaresma, se suprime.

Gloria in excelsis Deo

T. 𝒢loria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.

Señor, Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros.

Porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.

5- ORACIÓN COLECTA

La ORACIÓN COLECTA es la parte principal de los RITOS INICIALES pues su objetivo es encaminar al pueblo de Dios. El sacerdote, en la persona de Cristo, se dirige al Padre en representación de la asamblea. (cfr.Ex17,9-12;Jn16,23)

El fiel formula en su interior las súplicas que pone sobre el altar como intenciones por las que ofrece su participación en la Misa, además de las proclamadas públicamente. Esta gracia no se debe desaprovechar por falta de atención.

[Propio del Tiempo] La ORACIÓN COLECTA es la primera oración exclusivamente sarcedotal de la Misa que no se dice en nombre propio, sino en el de toda la comunidad, de toda la Iglesia.

La ORACIÓN COLECTA es exclusiva del sacerdote, en el contexto del tema litúrgico celebrado, a la que la asamblea responde con el "Amén". Tiene lugar el segundo silencio corto, ya que el primero se dio durante el ACTO PENITENCIAL.

C. [Propio del Tiempo] Muestrate propicio, Señor, a los deseos y plegarias de tu pueblo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla. Por nuestro Señor.

T. Amén.

(2) LITURGIA DE LA PALABRA 

a Palabra de Dios obra en el fiel que escucha los mismos prodigios de la historia de la salvación. A través de ella, Dios se comunica con el hombre y, en cuanto es viva, Jesús se hace verdaderamente presente, nutriendo con su enseñanza al alma. Las palabras de las lecturas son dichas por Cristo mismo ahora, esa es la diferencia entre leer la Sagrada Escritura en casa y durante la Misa, en ésta, la Palabra se vuelve evento, no es un recuerdo, Jesús las vuelve a proclamar para la comunidad reunida en asamblea.

1- LECTURAS BÍBLICAS

En las lecturas Bíblicas se ilustra la unidad de ambos Testamentos y la historia de la salvación. En las lecturas el fiel recibe las riquezas contenidas en la Palabra de Dios, la cual se reflexiona, para perseverar en nuestro camino Cristiano. (cfr.Lc24,27.44;Hech2,42;Heb1,1-2;Heb10,7)

[Propio del Tiempo] En el Leccionario constan las Lecturas de la Misa propias de cada fecha litúrgica:

- Las lecturas dominicales tiene tres ciclos (A, B, y C) con tres lecturas cada ciclo: La primera lectura, regularmente, está tomada del Antiguo Testamento; la segunda lectura, generalmente, está tomada de las Epístolas o Cartas del Nuevo Testamento; y la tercera lectura tomada del Evangelio.

- En las Misas durante la semana tienen dos lecturas: La primera lectura es tomada del Antiguo o Nuevo Testamento, y la segunda lectura es tomada del Evangelio. Durante el Tiempo Ordinario se presenta en un ciclo de dos años, un ciclo para los años pares y el otro para los impares.

El lector hace una reverencia leve al altar, al principio y al final de la lecturas.

a) Primera Lectura (sentados)

La PRIMERA LECTURA dan un marco histórico-salvífico a la reflexión de las profecías sobre Cristo que iluminan la comprensión de ambos testamentos.

La PRIMERA LECTURA suele ser tomada del Antiguo Testamento. Algunas veces en tiempo pascual, se toma de los Hechos de los Apóstoles o del Apocalipsis.

Para indicar el fin de la primera lectura, el lector dice y el pueblo responde:

Lector (L.). Palabra de Dios.

T. Te alabamos, Señor.

b) Salmo Responsorial o Gradual (sentados)

Los SALMOS son desarrollos poéticos que ahondan en el mensaje de la Primera Lectura proyectandola a Cristo y volviéndose plegaria eclesial, una conversación entre Dios y su criatura. (cfr.Hech1,20)

El SALMO RESPONSORIAL, que es el más usado, y quien lo canta o recita es un lector desde el ambón. Se compone de una oración proclamada por el salmista, y una fórmula común que es respondida e intercalada por los fieles.

El SALMO puede ser RESPONSORIAL, porque la asamblea participa en la respuesta; o puede ser un SALMO GRADUAL (llamado así porque solía cantarse sobre unas gradas), los cuales son una colección de 15 Salmos que forman un grupo especial siendo propiamente Salmos de Peregrinación. Los Salmos cuando son cantados sería uno de los cuatro cantos de la Misa, siendo los otros tres cantos: el de Entrada; el del Ofertorio; y el de la Antífona de la Comunión. Generalmente se lee el libro de los Salmos entre las lecturas aunque se usa otros libros como en la Fiesta de la Inmaculada Concepción que es del Libro de Judith.

c) Segunda Lectura (sentados)

La SEGUNDA LECTURA nos recuerda los escritos dejados por los apóstoles, anunciando la redención, iluminados por el Espíritu Santo. En estos escritos se describe el nacimiento y expansión de la Iglesia.

La SEGUNDA LECTURA es tomada de las cartas apostólicas, especialmente las de San Pablo. Se lee en domingos y solemnidades. Para los domingos, además de las cartas de San Pablo, el ciclo A se dedica a la primera carta de Pedro; en el B a la primera carta de Juan, y en el C parte del Apocalipsis.

Si hay segunda lectura, se lee en el ambón, como la primera.

Para indicar el fin de la segunda lectura, el lector dice y el pueblo responde:

L. Palabra de Dios.

T. Te alabamos, Señor.

Al finalizar la segunda lectura viene la Secuencia que es obligatoria sólo el Domingo de Resurrección y en Pentecostés.

La SECUENCIA es un poema armónico de abundante riqueza teológica, previo al Aleluya que trata sobre el contenido del misterio celebrado.

Este himno poético liturgico que ocurre entre el Gradual y el Aleluya antes del Evangelio, y que está presente en cuatro composiciones estróficas en el Misal Romano: "Victimae Paschali Laudes" en el Domingo de Pascua; "Veni, Sancte Spiritus" en el día de Pentecostés; "Lauda Sion Salvatorem" en la fiesta de Corpus Christi; y "Stabat Mater" en la fiesta de la Virgen de los Dolores.

d) Evangelio (de pie)

En el EVANGELIO es Cristo quien nos habla y nosotros lo aclamamos. Narra el misterio de Dios que se revela en Cristo para la redención. Este es el momento más importante y constituye la culminación de la LITURGIA DE LA PALABRA. Debemos tributar suma veneración. (cfr.Is55,10-11;Mt13,11;Mc16,15)

El EVANGELIO es tomado de alguno de los cuatros Evangelios del Nuevo Testamento escritos por Mateo. Lucas, Marcos, y Juan. Para los domingos, el Evangelio se divide en ciclos anuales durante el tiempo ordinario que se interrumpe con la cuaresma y la pascua: El año A se dedica a la lectura del evangelio san Mateo; el año B a san Marcos; y el año C a san Lucas. El Evangelio de san Juan se lee durante el tiempo de Pascua en los tres ciclos. En los tiempos fuertes, Cuaresma/Pascua y Adviento/Navidad, siguen todos los años el mismo leccionario. Y en los días de semana se divide en años pares e impares.

Nos ponemos de pie al iniciarse el Canto del Aleluya o, en todo caso, antes del Evangelio. (cfr.Tb13,17;Ap19,1-6)

La Aclamación antes del Evangelio es el Aleluya o, en tiempo de Cuaresma, el Canto antes del Evangelio. El sacerdote cita uno entre varios versiculos para el Aleluya:

C. Habla, Señor, que tu siervo te escucha; tú tienes palabras de vida eterna (1Sm 3,9, Jn 6,69b).

El diácono o el sacerdote va al ambón y dice:

C. El Señor esté con ustedes.

 

T. Y con tu espíritu.

El diácono o el sacerdote hace la Señal de la Cruz sobre el libro y persignandose junto con el pueblo dice:

C. Lectura del santo Evangelio según San ...
 

T. Gloria a ti, Señor.

Luego al proclamar el evangelio el diácono o el sacerdote dice:

C. Palabra del Señor.
 

T. Gloria a ti, Señor Jesús.

2- HOMILÍA (sentados)

Después del Evangelio sigue la HOMILÍA que es el discurso o sermón que pronuncia el sacerdote, y que contiene meditación, reflexión, y explicaciones de la Palabra de Dios a partir de las lecturas escuchadas con miras a su aplicación en la vida del fiel. (cfr.Mc4,34;Lc4,16-21)

Concluida la Homilía, se hace el primer silencio largo, momento de unción durante el cual, el señor habla al corazón.

3- PROFESIÓN DE FE (de pie)

Con la PROFESIÓN DE FE, proglamada los domingos, solemnidades y en ocasiones peculiares, la asamblea asiente a la Palabra de Dios que ha escuchado declarando, en unidad, la fe que profesa. El CREDO contiene la doctrine de la Iglesia, los dos grandes misterios de la fe: Unidad y Trinidad de Dios; y Encarnación (Pasión, Muerte, y Resurrección de Jesucristo).

Terminada la Homilía, cuando está prescrito; se canta o se dice el SÍMBOLO o PROFESIÖN DE FE.

Las fórmulas más usadas son: el Símbolo Niceno-Constantinopolitano (todo tiempo excepto Cuaresma y Pascua) , y el Símbolo Bautismal o Credo de los Apóstoles que se recita durante la Cuaresma y el Tiempo Pascual.

Símbolo Niceno-Constantinopolitano

Symbolum Nicaenum Constatinopolitanum

T. 𝒞reo en un solo Dios,
Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación
bajó del cielo;

y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.

En lugar del Símbolo Niceno-constantinopolitano, sobre todo en Tiempo de Cuaresma y en el Tiempo de Pascua, se puede emplear el Símbolo bautismal de la Iglesia de Roma, también llamado "de los Apóstoles”.

Credo de los Apóstoles

Symbolum Apostolorum

T. 𝒞reo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna: Amén.

4- PLEGARIA UNIVERSAL (de pie)

La Palabra de Dios escuchada mueve a los fieles a pedir por el prójimo y sus necesidades. La PLEGARIA UNIVERSAL o COMÚN conocida como la ORACIÓN DE LOS FIELES ora por el mundo entero. En este acto de generosidad, suplicamos por las intensiones de la Iglesia. (cfr.Mt7,7;Mt9,28-29;Jn14,13)

La sucesión de intenciones ordinariamente debe ser la siguiente: por las necesidades de la iglesia; por los gobernantes y por la salvación del mundo entero; por aquellos que se encuentran en necesidades particulares; por la comunidad local.

Los textos que aquí se proponen no excluyen el uso de otras fórmulas:

a) Invitatorio

El sacerdote nos invita a orar, por medio de una breve monición.

C. Invoquemos, hermanos, la misericordia de Dios Padre, para nosotros y los que no están en esta santa reunión, y oremos por las necesidades de todos los hombres:

b) Intensiones

Las peticiones son propuestas por un diácono, un lector o por otra persona idónea. El pueblo manifiesta su participación con una invocación u orando en silencio.

L. 1. Por la Santa Iglesia de Dios extendida de oriente a occidente: para que el Señor la reúna, purifique y acreciente hasta el fin de los tiempos, roquemos al Señor.

T. Señor, escúcha nuestra oración.

L. 2. Por la paz de todo el mundo: para que frenen las ambiciones, desaparezcan la enemistades, y brote el amor y la concordia en el corazón de todos los hombres, roguemos al Señor.

T. Señor, escúcha nuestra oración.

c) Conclusión

El sacerdote termina la PLEGARIA COMÚN con una oración conclusiva:

C. Protege, Dios de bondad, con mano poderonsa, al pueblo que implora tu misericordia: para que obtenga alivio y consuelo en la vida presente y alcance el gozo eterno. Por Jesucristo nuestro Señor.

T. Amén.

(3) LITURGIA DE LA EUCARISTÍA

l pueblo que ha oído y hecho suya la Palabra de Dios, vivirá ahora el Sacrificio de Cristo sobre el altar, que se renueva en cada santa Misa. Debemos conocer la riqueza espiritual de las acciones y signos que se complementan, para comprender cada parte del rito y vivirlo conscientemente.

Esta parte de la Misa es toda ella una acción de gracias a Dios por la obra de la creación y de la redención de los hombres.

1- PRESENTACIÓN DE OFRENDAS (sentados)

El verter agua sobre vino simboliza la naturaleza humana que se une a la divina, así como el agua y la sangre que manan del costado del Señor crucificado. Cristo asume a toda la humanidad que va a redimir con su sacrificio. Es oportuno que el pueblo dé alguna ofrenda que provea las carencias de la Iglesia o de los necesitados a través de la Colecta. (cfr.Gen14,18;Mt14,16-21;Mt26,26-29;Mc6,36-42;Mc14,22-25;Lc9,12-17;Lc22,19-20;Jn6,9-11)

En el Ofertorio puede interpretarse el CANTO DE OFERTORIO que acompaña la acción, y se prolongará, al menos, mientras los dones sean ubicados en el altar. Cuando no hay procesión, el canto empieza con la PRESENTACIÓN DE DONES, también llamada PRESENTACIÓN DE OFRENDAS, y concluye con el RITO DEL LAVADO.

De no haber PROCESIÓN DE OFRENDAS se lleva de la "credencia" (mesa pequeña lateral) al altar: corporal, purificador, cáliz, palia, patena, copones, y Misal. En caso de estar presente un diácono o acólito, éste dispone el altar.

En el OFERTORIO, el sacerdote dice en secreto el Benedíctus es, Dómine; pero si no se hace el CANTO DE OFERTORIO, es decir no se canta durante la Presentación de las Ofrendas, el sacerdote puede decir estas palabras en voz alta: (se pasa la cesta para la colecta)

C. Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.

T. Bendito seas por siempre, Señor.

C. Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación.

T. Bendito seas por siempre, Señor.

Si se juzga oportuno, en el Rito del Incienso, el sacerdote inciensa las ofrendas, la cruz, y el altar, para que posteriormente un diácono u otro ministro inciensen al sacerdote y a la asamblea.

La INCENSACIÓN describe la manera en que la ofrenda y la oración eclesial se elevan al cielo. En este momento el fiel, en su interior, puede ofrecer a Dios sus esfuerzos y fatigas, sus ilusiones y dolores, su vida toda, que junta a la de Cristo. (cfr.Sal141,2;Ap8,3-4;Ex30,1-10)

Luego el sacerdote, de pie a un lado del altar, se lava las manos en el Rito del Lavado . (cfr.Sal26,6;Sal50)

El sacerdote al lavarse las manos, expresa el deseo de purificación interior y respeto a la Hostia.

Después viene el Orate Frates.

El "Orate Frates" es una exortación del sacerdote donde nos invita a orar en el sacrificio.

El sacerdote extendiendo y juntando las manos dice, entre otras fórmulas:

C. Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

Y el pueblo responde con el Suscipiat:

T. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

El fiel debe ser consciente de que en éste momento, representado por el celebrante y uniéndose interiormente a él, suplica al Padre que acepte la ofrenda de su propia vida en todas sus facetas así, ésta, unida al sacrificio redentor cobra gran valor para aplicarla por las intenciones propias, las de la Iglesia, y por toda la humanidad.

2- ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS (de pie)

[Propio del Tiempo] Con la ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS se cierra todo rito de preparación de los dones y, por su contenido orante, dispone a todos los fieles para la gran PLEGARIA EUCARÍSTICA. (cfr.1Re18,36-37;Mal1,11;Rom12,1)

C. [Propio del Tiempo] Dígnate, Señor, aceptar la ofrenda de tu pueblo: que ella nos santifique y nos alcance lo que ahora imploramos de tu misericordia. Por Jesucristo.

T. Amén.

3- PLEGARIA EUCARÍSTICA

La PLEGARIA EUCARÍSTICA O ANÁFORA (que significa "ofrenda") es una extensa oración de agradecimento dirigida a Dios Padres por Cristo como él lo hizo en la última cena, al tomar el pan y el vino. Es la parte prinicpal de la Misa donde Dios Padre acepta la oblación de Cristo y el Espíritu Santo la transforma.

El momento más importante de la semana debe ser el de la Misa y dentro de ella, el de la PLEGARIA EUCARÍSTICA en el que presenciamos el milagro más grande: la transustanciación. En esta oración, Cristo actualiza la oblación de si mismo y su mediación hace que, uniendo nuestro sacrificio al suyo, el Padre nos reconozca en su Hijo. La santificación consiste en que el Espíritu Santo, nos conforme con Cristo para tener sus mismos sentimientos y actitudes entre nosotros. No existe consagración si un sacerdote no dice las mismas palabras de Cristo en la última cena y no hay Misa si no se da la consagración.

Actualmente tenemos varias Plegarias Eucarísticas que puede usar el sacerdote según el tiempo litúrgico o la ocasión especial de la Misa, sobre todo cuatro, numeradas de esta manera: «Plegaria Eucarística I», «II», «III» y «IV», que son las de uso más extendido; luego tenemos la plegaria «V», que tiene cuatro versiones: «a», «b», «c», y «d», y que se usan en las misas llamadas por “diversas necesidades o circunstancias”, aquellas que utilizamos especialmente en las ferias del Tiempo Ordinario para pedir algo concreto a Dios: por la Iglesia, por el mundo, por todo tipo de necesidades; tenemos también dos plegarias que giran en torno a la temática de la “reconciliación”; y finalmente hay tres Plegarias Eucarísticas adaptadas a su uso en las “misas con niños”, cada una orientada a niños de distinta edad.

No siempre hubo tantas plegarias en el rito romano. Desde que se compusieron los primeros libros litúrgicos por escrito, la única plegaria había sido la llamada “Canon Romano”, que en nuestros días corresponde a la “Plegaria Eucarística I”, donde pueden omitirse algunas partes específicas indicadas en el Misal. El Concilio Vaticano II quiso incorporar las otras plegarias, algunas de ellas de nueva composición, como la «III», y otras, como la «II», que son reelaboraciones de textos antiquísimos de la tradición. Así la celebración litúrgica se enriquece con nuevos formularios y permite adaptarse mejor a las circunstancias pastorales.

La Plegaria Eucarística II es la que vamos a comentar y tiene un prefacio propio que forma parte de su misma estructura.

a) Prefacio (de pie)

El PREFACIO manifiesta gratitud al Padre, por la obra de salvación o por un aspecto específico de la misma de acuerdo a la fiesta o tiempo litúrgico. (cfr.Rut2,4;Sal115,12-13;1Cor1,3;2Tes1,2;Ap22,21)

La finalidad del Prefacio es agradecer a Dios todos los dones, todos los beneficios, que a lo largo de la historia de la salvación nos ha concedido. Reconocer su grandeza, reconocer sus obras, conlleva dos actitudes: en primer lugar una acción de gracias porque esas obras han sido realizadas de modo gratuito en nuestras almas para que nosotros podamos alcanzar la salvación; pero también el reconocer la grandeza de Dios conlleva una segunda actitud, la de la alabanza, alabanza a Dios porque realmente esas obras son magníficas, esas obras son grandes, esas obras son realmente dignas de un Dios poderoso, de un Dios que ama.

Existen normas litúrgicas que rigen la selección y el empleo de los Prefacios dando origen a una variedad de temáticas y posibilidades. La primera gran distinción es que hay: Prefacios del tiempo o temporales como los de Adviento/Navidad y Cuaresma/Pascua, o de Tiempo Ordinario; y Prefacios no temporales como Prefacios de domingos, comúnes, según las fiestas o solemnidades, de bautismo, confirmación, penitencia, de enfermos, de ordenaciones, matrimonio, dedicación de una Iglesia, al Espíritu Santo, Santísima Virgen María, a los ángeles, apóstoles, santos, martires, difuntos entre muchos otros.

El Prefacio, en su gran variedad, cada uno consta de cuatro partes: Invitación; una Acción de Gracias; Alabanza a Dios; y Sanctus.

Según la Plegaria eucarística II:

1a. Parte: Invitación

Esta acción de gracias comienza con un dialogo entre el prebítero que preside y el pueblo santo de Dios que participa. Es una oración dirigida al Padre por el Hijo Jesucristo en el Espíritu Santo: una Oración Trinitaria.

C. El Señor esté con ustedes.

T. y con tu espíritu.

C. Levantemos el corazón.

T. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

C. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

T. Es justo y necesario.

2a. Parte: Accion de Gracias

La elevación al Padre retoma las últimas palabras del pueblo «es justo y necesario», y con leves variantes, levanta la oración de la Iglesia al Padre celestial.

C. En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.

3a Parte: Alabanza a Dios

La parte central, la más variable en sus contenidos según días de fiesta, proclama gozosamente los motivos fundamentales de la acción de gracias, que giran siempre en torno a la creación y la redención.

C. Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; Tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.

C. Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz y así adquirió para ti un pueblo santo.

4a. Parte: Sanctus

El final del prefacio, que viene a ser un prólogo del "Sanctus" que luego le sigue, asocia la oración eucarística de la Iglesia terrena con el culto litúrgico celestial haciendo de ella un eco de éste. El fiel expresa adoración al tres veces santo, es la alabanza que rendían los ángeles a Dios en el libro de Isaías.

C. Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, diciendo:

Sanctus

C. 𝒮anto, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.

b) Epíclesis (de rodillas)

La EPÍCLESIS o INVOCACIÓN es una suplica al Espirítu Santo que se dan en dos momentos: En la EPÍCLESIS CONSAGRATORIA, la Iglesia suplica al Padre que envíe su Espíritu Santo sobre las especies a consagrarse, de modo que se transforme en el Cuerpo y la Sangre de Cristo; en la EPÍCLESIS DE COMUNIÓN que se dice en la INTERCESIÓN de la Plegaria Eucarística, el sacerdote suplica que el Espíritu Santo descienda sobre los fieles que recibirán las especies consagradas para que realicen la unidad de la Iglesia. Es el Espíritu Santo quien lleva a cabo la transformación de los dones y de los fieles, es el amor de Dios quien configura con Cristo. (cfr.Hech2,1-2;Ef4,3;1Jn4,13)

El sacerdote confirma la santidad de Dios.

C. Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad;

Luego viene la Epíclesis Consagratoria que es el momento en que el sacerdote intercede juntando las manos, y manteniendolas extendidas sobre las ofrendas, y suplica a Dios que envíe el Espíritu santificador para que sean consagradas:

C. por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu,

El sacerdote junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:

C. de manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro Señor. (campanillas)

c) Consagración (de rodillas)

Si la Misa es el corazón de la liturgia, y la Plegaria Eucarística es el centro de la Misa, éste momento de la CONSAGRACIÓN es su parte más importante. El fiel, por tanto, debe vivirla con atención y reverencia, consciente de que presencia un milagro. (cfr.MT26,26-28;Mc14,22-25;Lc22,19-20;Jn6,51.56;Hech2,42)

En este momento comienza la Consagración:

C. El cual, cuando iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

"TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL, PORQUE ESTO ES MI CUERPO, QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES". (campanillas)

El sacerdote nuestra el pan consagrado al pueblo, luego lo deposita sobre la patena, y lo adora haciendo genuflexión. Después prosigue:

C. Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:

"TOMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL, PORQUE ÉSTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA, QUE SERÁ DERRAMADA POR USTEDES Y POR TODOS LOS HOMBRES PARA EL PERDÓN DE LOS PECADOS. HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA". (campanillas)

El sacerdote nuestra el cáliz al pueblo, luego lo deposita sobre el corporal, y lo adora haciendo genuflexión.

d) Aclamación (de rodillas)

El "Mysterium Fidei" o "Misterio de la Fe" es una aclamación eucarística que expresa una de las verdades y misterios de la fe más profundos. Esta aclamación afirma que la "Comunión" es un acto de fe, una proclamación de que creemos en la pasión de Jesús, y en la segunda venida. (cfr.1Cor12,13;Ef2,13-18)

Terminada la consagración el sacerdote, con una de estas tres fórmulas, dice el Mysterium Fidei que es cuando nos invita a la ACLAMACIÓN del memorial, y la asamblea prosigue aclamando según la fórmula que dice el celebrante:

   I

C. Éste es el Sacramento de nuestra fe.

O bien:

C. Éste es el Misterio de la fe.

T. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

   II

C. Aclamen el Misterio de la redención.

T. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

   III

C. Cristo se entregó por nosotros.

T. Por tu cruz y resurrección nos has salvado, Señor.

e) Intercesión (de pie)

La Misa se oficia en unidad con la Iglesia entera: triunfante, purgante, y militante; el celebrante suplica a Dios que acepte el sacrificio por toda ella. (cfr.2Mac12,42-46;2Tes3,1;St5,16)

Después de la "Aclamación" el sacerdote comienza la Anamnesis o "Memorial".

La "Anamnesis" significa rememoración y es una oración breve que lleva a cabo la disposición del Señor: «Hagan esto en conmemoración mía», por la que Jesús, de nuevo, se ofrece al Padre por nosotros en cada Eucaristía. (cfr.1Cor11,23-26;Ap22,20)

C. Así pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.

Luego viene la Epíclesis de Comunión.

En la "EPÍCLESIS DE COMUNIÓN pedimos al Padre que el Espíritu Santo que ha transformado el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de su hijo, nos haga "uno".

C. Te pedimos, humildemente, que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Ofrecemos este sacrificio de Jesús en comunión con toda la Iglesia: pedimos por el Papa, por los obispos, presbíteros y diáconos; por todos los difuntos; y por todos nosotros:

- Pedimos por la comunión eclesial:

C. Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra;

   ...En los domingos, cuando no hay otro recuerdo más propio, puede decirse...

C. y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal.

Y se continua...

C. Y con el Papa N., con nuestro Obispo N. y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.

- Pedimos por la Iglesia del purgatorio:

C. Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección, y de todos los que han muerto en tu misericordia; admítelos a contemplar la luz de tu rostro.

- Pedimos por nosotros, en comunión con la Iglesia celestial:

C. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo San José, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.

f) Doxología (de pie)

Esta DOXOLOGÍA final es el broche de oro precioso de la gran Plegaria con una solemne alabanza a la Trinidad divina, a la cual nos unimos con nuestra respuesta. Ésta alabanza trinitaria evidencia que todo sacrificio del hombre se hace agradable a Dios en Cristo hombre. Ningún mérito humano tiene valor si no es unido al de Dios encarnado. Esta corta oración es todo un plan de vida para alcanzar la santidad, pues el cristiano que lleva a cabo cada y toda acción de su vida por Cristo, con Él y en Él, ciertamente rectificará su intención, convirtiendo hasta el acto más pequeño en acción de amor por Dios. (cfr.Rom11,35;Col1,16-17;Ap5,13)

El sacerdote toma la patena, con el pan consagrado, y el cáliz y, sosteniéndolos elevados dice:

C. Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

T. Amén.

4- RITO DE COMUNIÓN (de pie)

La Eucaristía es al mismo tiempo: un memorial, un sacrificio, y una invitacion o convite. La Comunión Eucarística es parte esencial de la celebración de la Eucarístia. La COMUNIÓN es la respuesta necesaria, el complemento indispensable a la Plegaria Eucarística.

Para preparar a los fieles para la Comunión, la Iglesia ha establecido: la Oración del Señor; Rito de la Paz; y Fracción del Pan;

a) Padre Nuestro

La "oración dominical" fue enseñada por el Señor Jesús a sus apóstoles para dirigirse al Padre. Es la más perfecta de todas las plegarias, el compendio del Evangelio. En ella la Iglesia pide el pan de cada día que, para los cristianos, es el Cuerpo de Cristo, por lo que prepara a la Eucaristía. (cfr.Mt6,9-13;Lc11,2-4)

Una vez que ha dajado el cáliz y la patena, el sacerdote, con las manos juntas dice:

C. Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

O bien:

C. Llenos de alegría por ser hijos de Dios, dígamos confiadamente la oración que Cristo nos enseño:

O bien:

C. El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espiritu Santo que se nos ha dado; digamos con fe y esperanza:

O bien:

C. Antes de participar en el banquete de la Eucarístia, signo de reconciliación y vínculo de unión fraterna, oremos juntos com el Señor nos ha enseñado:

El sacerdote extiende las manos y, juntos con el pueblo, continua con el Padres Nuestro que nos incorpora a la vida íntima de la Trinidad.

Padre Nuestro (Pater Noster)

T. 𝒫adre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

Al finalizar el Padre Nuestro no decimos "Amén" porque viene una petición llamada Embolismo, donde el sacerdote con las manos extendidas prosigue, él solo, pidiendo que Dios nos libre a la Iglesia de "todos los males", especialmente del pecado y le conceda la paz.

C. Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador, Jesucristo.

EL pueblo concluye la oración, aclamando:

T. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

b) Rito de la Paz

EL RITO DE LA PAZ expresa la comunión fraterna entre los miembros del Cuerpo de Cristo, La Iglesia, antes de recibir su Cuerpo en el Sacramento. Es una oración en la que se pide a Jesús la paz que dio a sus apóstoles. Debemos estar en paz con Dios y con nuestros hermanos. (cfr.Jn14,27;20,26;Ef2,13-18)

El sacerdote dice en voz alta:

C. Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

T. Amén.

C. La paz del Señor esté siempre con ustedes.

T. Y con tu espíritu.

C. Dense fraternalmente la paz.

Y todos, según la costumbre del lugar, se intercambian un signo de paz, de comunión y de caridad. Los gestos de paz terminan al empezar la oración del Cordero.

c) Rito de la Fracción del Pan

Jesús partió el pan en la última cena para darlo a todos sus discípulos, así mismo, los fieles, al participar del único pan, se hacen un solo cuerpo, el Cuerpo místico de Jesús, que es la Iglesia. El rito representa al Cristo total que está verdaderamente en el sacramento: en el Cuerpo y en la Sangre. (cfr.1Cor10,17;11,24)

El "Agnus Dei" o Cordero de Dios se canta o se dice para acompañar el RITO DE LA FRACCIÓN, que es cuando el sacerdote toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el cáliz. Y finaliza con la frase: "danos la paz". (cfr.Ex12,3.5;Is53,7;Jn1,29;1Pe1,19;Ap12,11;13,8;17,14;21,27;22,3)

C. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.

T. Ten piedad de nosotros.

C. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.

T. Ten piedad de nosotros.

C. Cordero Dios, que quitas el pecado del mundo.

T. Danos la paz.

El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado, y sosteniendolo un poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, y nos invita al banquete de Cristo, diciendo:

C. Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.

El pueblo aclama con humildad, con fe, y con alegria:

T. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya bastará para sanarme.

d) Antífona de Comunión

Si no hay canto, se dice la Antífona de la Comunión.

[Propio del Tiempo] La ANTÍFONA DE COMUNIÓN es la oración breve que corresponde al momento antes que los fieles comulgan.

C. [Propio del Tiempo] Señor, en ti está la fuente de la vida y tu luz nos hace ver la luz.

e) Comunión

La COMUNIÓN es el momento hacia el que confluye toda la celebración eucarística, totalmente orientada hacia la comunión intima con Cristo mismo que se ofrece por nosotros. En las formas (hostias) consagradas se halla Cristo mismo en Cuerpo, Sangre, alma, y divinidad. La Eucaristía es el tesoro más grande de la Iglesia Católica y el momento posterior a la comunión es un tiempo de intimidad con Dios en que nada debe distraer la atención del comulgante que se concentra en el huésped divino que ha recibido. (cfr.Hech2,46)

Iniciamos la procesión alegre y festiva hacia el altar, después que el sacerdote comulga, con cantos de gratitud y alabanza. Sentados los que no van a comulgar.

El sacerdote comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo. Luego toma la patena o la píxide, se acerca a los que quieren comulgar y les presenta el pan consagrado, que sostiene un poco elevado, diciendo a cada uno de ellos:

C. El Cuerpo de Cristo.

El que va a comulgar responde:

Amén.

Y comulga. Después medita de rodillas.

Luego el sacerdote puede ir a la sede. Si se juzga oportuna, se pueden guardar unos momentos de silencio (segundo silencio largo), o cantar un salmo o cántico de alabanza.

f) Oración después de la comunión (de pie)

Concluida la acción de gracias de la Plegaria Eucarística, el sacerdote invita orar con la oración postcomunión, en la que se ruega para que el Misterio celebrado fructifique en bien de las almas.

Luego, de pie en la sede o en el altar, el sacerdote dice:

C. Oremos.

[Propio del Tiempo] Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la "Oración después de la Comunión".

C. [Propio del Tiempo] Te suplicamos, Dios todopoderoso, que concedas a quienes alimentas con tus sacramentos la gracia de poder servirte llevando una vida según tu voluntad. Por Jesucristo. *

La Oración después de la Comunión termina con la conclusión breve.

- Si la anterior oración se dirige al Padre:

C. Por Jesucristo, nuestro Señor.

- Si la anterior oración se dirige al Padre, pero al final de la misma se menciona al Hijo: *

C. El, que vive y reina por los siglos de los siglos.

- Si la anterior oración se dirige al Hijo:

C. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

El pueblo aclama:

T. Amén.

(4) RITO DE CONCLUSIÓN (de pie)

l RITO DE LA CONCLUSIÓN se compone de dos partes: saludo y bendición; y despedida.

En la Misa, se repite cuatro veces la frase «El Señor esté con ustedes»: al inicio de la Misa; al inicio del Evangelio; antes del prefacio; y en este momento antes de la Bendición. No se dice «está» sino «esté», es un deseo, no una afirmación. Así, la asamblea reconoce que en el sacerdote está Cristo.

Esta última ocación manifiesta el anhelo de que aquello que se ha celebrado, fructifique en quienes participaron de la santa Misa. En la bendición, por medio del sacerdote, Dios mismo nos concede sus dones, si abandonas el templo antes de recibirla te privas de este beneficio. Una Bendición Solemne, incluye tres invocaciones. La asamblea responde «Amén» como signo de fe en Dios que atiende a la súplica.

La Misa termina con la bendición que el sacerdote nos da a todos los fieles presentes.

EL sacerdote primero saluda extendiendo las manos hacia el pueblo y dice: (cfr.Ex3,12;Lc1,28;2Tim4,22)

C. El Señor esté con ustedes.

T. Y con tu espíritu.

El sacerdote bendice al pueblo. (cfr.Gen27,27-29.33-35;48,14-17;49,1-28;Num22,6)

C. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

T. Amén.

La Misa termina luego de la bendición trinitaria, y de la despedida, y a partir de ésta empieza la liturgia de la vida en la que debes luchar por vivir lo que has celebrado.

El sacerdote despide al pueblo. (cfr.Jue18,6)

C. Pueden ir en paz.

T. Demos gracias a Dios.

La Misa es fuente y cumbre de toda buena obra cristiana. Hay un abismo espiritual entre una acción bondadosa y la participación en la Eucaristía. Cualquier acto de caridad es infinitamente inferior a ésta y únicamente es un acto cristiano cuando nace de ella. La Misa es el centro de la vida interior.

Como en la Misa, cada acción tiene un significado, para ti, en tu vida, todo lo que hagas debe significar algo más porque va ofrecido a Dios, porque lo haces por él, para su gloria, por tu santificación y la de los hermanos.



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Finalidad de las partes del santo sacrificio de la Misa
Propio de la Misa
Instrucciones
Oración

 

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