Hace dos mil años nació, en Tarso, el último apóstol: San Pablo. Hoy, en todo el Mundo, los cristianos conmemoramos su nacimiento, celebramos su vida, su gesta epistolar y estamos llamados a continuar su obra misionera en cada ámbito de nuestras vidas, en cada gesto, en cada palabra.
Este Jubileo, a iniciarse el 28 de junio de 2008 dará lugar a toda una serie de celebraciones litúrgicas, de eventos culturales y ecuménicos en honor a los dos mil años del nacimiento de San Pablo. Habrá miles de iniciativas pastorales y sociales a nivel mundial, todas ellas inspiradas en la espiritualidad paulina.
La celebración de este Año Santo tendrá una dimensión ecuménica sin igual, haciendo un llamado urgente a la comunión de todos los cristianos para que por medio de la reflexión y estudio de los escritos de San Pablo seamos un pueblo unido.
Con motivo de la unión de la hermana Iglesia Ortodoxa en esta Celebración Paulina, el Papa Benedicto XVI, ha dicho que: "Estos encuentros e iniciativas no constituyen solamente un intercambio de cortesía entre Iglesias, sino que quieren expresar el compromiso común de ellas por hacer todo lo posible para apresurar el tiempo de la plena comunión entre el Oriente y Occidente cristiano."
Así como el Apóstol de las Gentes, se dedicó a compartir la Buena Nueva. Nosotros hemos de estar conscientes de la necesidad de emprender una y otra vez, sin descanso, el recorrido de San Pablo para llevar la Buena Nueva de Jesucristo dondequiera que vayamos.
Rogamos para que sea él quien nos guíe y nos proteja durante todo este Año Jubilar que festejamos en su honor para que seamos, igual que él, ciegamente apasionados de Jesucristo y nos comprometamos a compartir su Palabra con todo aquel que se cruce en nuestro camino.
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